domingo, 23 de septiembre de 2012

Fatherland




En el siglo XVI, Tomás Moro eligió el término utopía para bautizar una isla imposible donde todas las personas vivían en amor y compaña sin dejarse interferir por sus diferencias de raza, credo u opinión. Pronto la palabra pasó a designar cualquier objeto inalcanzable, cualquier ideal al que se opusiera la resistencia hosca de la realidad, con especial énfasis en las quimeras de orden político o social. Más tarde, no hace tanto, alguien a quien no conozco propuso el concepto paralelo de ucronía, queriendo designar, esta vez, otro imposible: aquel negado por la historia. Una ucronía es ese presente al que no conduce ningún afluente del tiempo; un efecto negado por sus causas; una situación histórica que no tuvo lugar pero que puede ocupar algún otro universo paralelo. Cabe una ucronía en la que yo soy abogado, monarca, feliz; otra en que España es un país próspero; otra en que España no existe en absoluto.

Por motivos que creo evidentes, la ucronía ha sido explotada sobre todo por los autores de ciencia ficción. Siempre que se saca a colación, se menciona la más citada (aunque no sé si la más leída), The man in the high castle, de Philip K. Dick. Hay muchas otras, evidentemente. Una ucronía es también Fatherland (1992), novela negra de Robert Harris en que se plantea qué habría sucedido si Hitler no hubiera perdido la famosa guerra. La idea matriz, creo, es buena, y si uno sabe sacarle partido puede enhebrar un hilo argumental a la vez resistente y lucido. Harris lo consigue con soltura.

Para dotar de verosimilitud a su relato, el novelista parte de la premisa de que un nazismo extendido hasta el año 1964 (fecha de la acción), no habría diferido en esencia del comunismo soviético que se dilató hasta el 89. En la Alemania que supone Harris, el entusiasmo de la primera generación de ideólogos ha dado paso a una burocracia fría, tan eficaz como poco convencida, que busca un acercamiento a sus antiguos enemigos. Por dibujar el panorama en su integridad: vencidas, Francia, Gran Bretaña, Italia y otras naciones han acabado por convertirse en estados satélite del Reich; sólo EE. UU. resiste, al otro lado del Atlántico, amparado en su potencial atómico.

La principal baza del libro radica en la descripción (minuciosa hasta el detalle) de la administración del nazismo que nunca fue. Un mundo que recuerda a Orwell, sin duda, y que, repito, tiene como referente, confeso o no, a las dictaduras socialistas del este de Europa que no fueron ninguna ucronía. Burócratas, ministerios de propaganda, juventudes, días del líder, todo resulta plausible y siniestramente familiar; más: la descripción del presunto Berlín de Hitler (con esa sala abovedada en la que podrían caber hasta ciento ochenta mil personas y ese arco del triunfo que equivaldría a seis homólogos parisinos) casi vale por un recorrido turístico por una ciudad que, quizá, estuvo más cerca de existir de lo que nadie se atrevería a admitir.

A la hora de pincelar su retrato, Harris ha escogido servirnos una potente novela negra o de espías, con el consabido detective amargado y la chica periodista que mete las narices donde no debe. Los personajes están extraídos del estereotipo, pero el paisaje de fondo les presta aplomo y una inquietante solidez: se nota el trabajo del autor por hacer fluidas las conversaciones entre Xavier March, un protagonista al que se acaba por tomar cariño, y Charlie Maguire, dotada de un inolvidable impermeable azul. Digamos, de paso, que no hay mejor modo de construir personajes que vestirlos sobre la percha del estereotipo: los clichés son mucho más reales que las personas que se ven por la calle, que siempre desobedecen aquello que deberían ser.

Hallo que hay una edición española en DeBolsillo del año 2004, aunque yo no la he visto en las librerías. También existe película, para quien encuentre que las comparaciones no son odiosas.

4 comentarios:

RM dijo...

Se publicó como PATRIA allá por los noventa, y luego se ha reeditado varias veces. Servidor fue el traductor.

Luis Manuel Ruiz dijo...

¿Y qué tal funcionó en España? Yo no la he visto en tiendas. Una lástima, porque es buena novela.

César dijo...

Ya que hablas de ucronías tipo "Reich Victorioso", te recomiendo encarecidamente, si es que no la has leído ya, "El cuerno de caza", de Sarban, seudónimo del esscritor y diplomático inglés John William Wall. En mi opinión, es muy superior a "El hombre en el castillo".

Luis Manuel Ruiz dijo...

Qué bien que me digas eso, César, porque es un libro que tengo en la estantería desde tiempo inmemorial y que no me había atrevido a abrir. Así que ahora le hinco el diente.